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Archive for julio 2011

Orar es… Hablar con Dios, y… para hablar con Dios es necesario que creas que Él es y que está para galardonar a los que le buscan. En otras palabras … Tienes que tener Fe en el Dios de amor. «Sin fe es imposible agradar a Dios» (Hebreos 11,6)

Nuestra Fe es probada cuando hablamos con Dios, porque estamos dirigiéndonos a alguien a quien nuestros ojos físicos no ven. Locura … para el incrédulo, pero, para el creyente, es una necesidad y un deleite. Tú no ves al viento con tus ojos, pero sabes que existe porque lo sientes, ¿verdad? Lo mismo es con Dios, no lo vemos, pero, porque creemos en Él, lo sentimos. «Fe es … la convicción de lo que no se ve.» (Hebreos 11,1)

Solo podemos establecer esa relación de amistad con Dios a través de Jesucristo, quien tomó nuestro lugar en la cruz para que pudiéramos tener paz con Dios. «Nadie viene al Padre … sino por mí.» Juan 14,6. Por eso, oramos al Padre en el nombre de Jesús. Y como no sabemos pedir como conviene, necesitamos la asistencia del Espíritu Santo, quien nos ayuda en nuestra debilidad intercediendo por nosotros conforme a la voluntad de Dios, como nos lo confirma en el libro de Romanos 8,26-27.

La oración del justo es el gozo de Dios, por lo que Él espera que le alabemos, lo adoremos, le demos gracias por las bendiciones que cada día derrama sobre nuestras vidas y … también espera que le pidamos. Se agrada cuando le confiamos todos nuestros asuntos y creemos de todo corazón que Él puede suplir todas nuestras necesidades … espirituales, físicas y materiales.

Cuando oramos afirmamos nuestra fe, confirmamos lo que somos en Cristo, reconocemos nuestra debilidad, dependencia y necesidad de Él y fortalecemos los lazos de amistad con nuestro amado Salvador. Los resultados de ese encuentrouna paz que sobrepasa todo entendimiento y una gratitud inmensa hacia nuestro Padre celestial por su gran e inefable amor.

No menosprecies el amor de Dios ni tengas en poco su amistad. Toma hoy la decisión de restaurar tu vida de oración y mejorar tu relación con Aquél que su vida dio por ti. Con sus brazos bien abiertos y su mirada tierna llena de amor … Él te está esperando. Acude cada día a la cita más importante y … vivirás la diferencia.


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Abraham se quedó de pie frente al Señor, entonces se le acercó y le dijo: “¿Así que vas a exterminar en Sodoma al justo junto con el culpable? Tal vez haya en la ciudad cincuenta justos. ¿Y tú vas a arrasar ese lugar, en vez de perdonarlo por amor a los cincuenta justos que hay en él? ¡Lejos de ti semejante caos! ¡Matar al justo juntamente con el culpable, haciendo que los dos corran la misma suerte! ¡Lejos de ti! ¿Acaso el Juez de toda la tierra no va a hacer justicia?”. El Señor respondió: “Si encuentro cincuenta justos en la ciudad de Sodoma, perdonaré a todo ese lugar en atención a ellos”.

Entonces Abraham dijo: “Yo, que no soy mas que polvo y ceniza, tengo el atrevimiento de dirigirme a mi Señor. Quizá falten cinco para que los justos lleguen a cincuenta. Por esos cinco ¿vas a destruir toda la ciudad?. “No la destruiré si encuentro allí cuarenta y cinco”, respondió el Señor. Pero Abraham volvió a insistir: “Quizá no sean mas que cuarenta”. Y el Señor respondió: “No lo haré por amor a esos cuarenta”.

“Por favor, dijo entonces Abraham, que mi Señor no lo tome a mal si continúo insistiendo. Quizá sean solamente treinta”. Y el Señor respondió: “No lo haré si encuentro allí a esos treinta”. Abraham insistió: “Una vez más, me tomo el atrevimiento de dirigirme a mi Señor. Tal vez no sean mas que veinte”. “No la destruiré en atención a esos veinte”, declaró el Señor. “Por favor, dijo entonces Abraham, que mi Señor no se enoje si hablo por última vez. Quizá sean solamente diez”. “En atención a esos diez, respondió, no la destruiré”. Apenas terminó de hablar con él. El Señor se fue, y Abraham regresó a su casa.

Génesis 18, 22 – 33 

En este texto Abraham aparece como un modelo de intercesión ante Dios, haciéndose espejo del pueblo. 

La gracia del Señor toca a nuestra puerta, invitándonos a orar, pero no de cualquier manera, sino incesantemente, en forma constante, como pueblo, al modo y al estilo de Abraham, para que en medio de nuestro dolor, de nuestra pena, de nuestra búsqueda, de nuestro trabajo constante, de nuestro servicio, en la obra que llevamos adelante de la nueva evangelización, mientras un mundo nuevo se abre para nosotros, y vamos dejando uno que queda atrás, que el Señor nos sostenga como ha sostenido todas sus obras, y cada uno de los hombres, en y desde la fuerza que brota de la oración.

Pero muchas preguntas brotan interiormente en nosotros a la hora de asumir este camino de oración de intercesión constante, todo el tiempo, orando por las intenciones que forman parte de lo que nos corresponde en común que tenemos como foco de atención en la súplica dirigida a Dios, mas todas aquellas con las que sintonizamos en el dolor, en la lucha, en la búsqueda, en la esperanza, en las alegrías y en las tristezas de los hombres con los que compartimos el camino de todos los días. 

Algunas preguntas: ¿porqué interceder?, Dios conoce mucho mejor que nosotros lo que cada uno necesita, lo que es el verdadero bien para cada uno de nosotros, ¿vamos a darle nosotros a Dios un consejo?, entonces nuestra oración de súplica será casi como decirle a Dios lo que tiene que hacer a favor nuestro. El es creador, es Padre, es Amor, desea infinitamente mas que nosotros el bien, el verdadero bien, si intercedemos por una persona no es porque nosotros queremos por esa oración de intercesión lo que nunca estuvo dispuesto a darnos, sino que lo hacemos porque amamos a esa persona, y no es que le querramos robar algo a Dios, sino que nos unimos al amor que Dios tiene por esa persona, si fuera así, la oración sería un formalismo. 

Cuando nosotros oramos todos juntos por algunas intenciones en particular y nos sumamos todos por una misma intención lo hacemos sencillamente por amor, no se puede hacer por formalismo. Claro que uno va aprendiendo a amar en la medida en que va amando y va conociendo lo que se ama, y por eso no es lo mismo la oración del comienzo de la intercesión que aquella que va creciendo y se va alimentando con el fuego del amor que va aumentando en nuestro corazón. Pero si es por amor a la persona que oramos, ¿nos es acaso que Dios las ama infinitamente mas que nosotros?, si, solo que Dios no quiere hacer las cosas solo, sino que las quiere hacer con nosotros. 

¿Porqué oramos intercesión?, no porque nosotros en la oración de intercesión constante le vamos a sacar algo a Dios de lo que Él nunca estuvo dispuesto a darnos porque no era su voluntad ni su querer, sino que en el querer de Dios, y entendiendo cual es su voluntad y cual es su plan, nosotros oramos para disponernos interiormente a recibir el deseo profundo que crece en nosotros de lo que Dios estaba dispuesto a darnos. La oración de intercesión es una oración que más que conseguir algo de lo que pedimos, nos mete en profunda comunión con el plan y el misterio de Dios y nos hace a nosotros capaces de aceptarlo, así es como Dios nos lo plantea y nos lo pide. 

También podemos dar otra respuesta a esto de porque orar si Dios ya lo sabe todo, porque es Él, el digo de nuestra oración, para que sea su voluntad, solamente Él es sabio y sabe cuales son los mejores medios para que nosotros colaboremos con su obra de salvación, por lo tanto, a la voluntad de Dios, desde la oración de intercesión, nos abrimos para entender nosotros como y de que manera podemos participar en aquel designio de Dios.

 

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Volveré a la casa de mi Padre, como el hijo pródigo, y seré acogido. Tal como lo hizo él lo haré yo: ¿no me va a escuchar? A tu puerta, Padre misericordioso, llamo; ¡ábreme para que entre, por miedo a que me pierda y me aleje y perezca! Me has hecho tu heredero, y yo he abandonado mi herencia y he dilapidado mis bienes; que desde ahora sea como un mercenario y como un servidor.

¡Tal como la tuviste del publicano, ten piedad de mí, y por tu gracia viviré! Como a la pecadora, perdona mis pecados, oh Hijo de Dios. Como a Pedro, sácame de en medio de las olas. Como lo hiciste con el ladrón, ten piedad de mi bajeza y ¡acuérdate de mí! Como a la oveja que se perdió, búscame, Señor, y me encontrarás; y sobre tus espaldas llévame, Señor, a la casa de tu Padre.

Como al ciego, ábreme los ojos ¡que vea tu luz! Como al sordo, ábreme los oídos, que oiga tu voz. Como al paralítico, cura mi enfermedad, que alabe tu nombre. Como al leproso, con tu hisopo purifícame de mis suciedades ( Sal 50,9). Como a la adolescente, hija de Jairo, hazme vivir, oh Señor nuestro. Como a la suegra de Pedro, sáname, porque estoy enfermo. Como al joven, hijo de la viuda, ponme de nuevo en pie. Como a Lázaro, llámame con tu propia voz y desata mis vendajes.

Porque he muerto por el pecado como de una enfermedad; ¡levántame de mi ruina, que alabe tu nombre! Te lo ruego, Señor de la tierra y del cielo, ven en mi ayuda y enséñame tu camino, que yo vaya hacia ti. Condúceme hacia ti, Hijo del Bondadosísimo, y que llegue al colmo tu misericordia. Iré hacia ti y allí me saciaré de gozo.

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Dios está interesado en tu mente y tus pensamientos. ¿Sabes por qué? Porque lo que pensamos tiene un gran impacto en cómo actuamos. Eres lo que piensas. Por lo tanto cuanto más sanos y verdaderos sean tus pensamientos más sana será toda tu vida. Pero cuánto más fatalistas, negativos y negros sean tus pensamientos más te enfermarás.

¿Por qué te deprimes? Porque más allá de las situaciones que hayas vivido, piensas en todo lo triste, lo doloroso y lo que está mal. Te ves a ti mismo como víctima y sufres.

¿Por qué mantienes el rencor y la falta de perdón? Porque piensas una y otra vez en lo que te han hecho, y cuánto más lo piensas más herido te sientes y mayor es tu enojo y deseos de vengarte.

¿Por qué fracasas cuando emprendes alguna actividad? Porque piensas que no podrás hacerlo bien, que no eres suficientemente capaz, o que a otros les irá mejor que a ti.

¿Por qué te aíslas de la gente y te encierras en ti mismo? Porque piensas que todos son unos falsos, que no se puede confiar en nadie, o bien, que no volverás a permitir que nadie te lastime.

¿Por qué sientes que Dios está lejos y no te escucha? ¡Porque es lo que piensas y sientes!

Pero todos los ejemplos anteriores tienen algo en común: son mentira. Son pensamientos mentirosos que te mantienen atado, paralizado, frenado y dando vueltas en círculos.

Pensar correctamente es vital para vivir correctamente y tener éxito en todo lo que emprendas. Pensar correctamente es pensar como Dios piensa. Es funcionar de acuerdo a los pensamientos de Dios.

Cuando piensas correctamente, las decisiones que tomes respecto a cada área de tu vida serán buenas, y aún si te equivocas podrás corregirlo y volver a empezar.

Dejarte guiar por Dios y su forma de pensar es la mejor decisión que tú y cualquier persona puede tomar.

Para pensar sabiamente tienes que pensar como Dios piensa. ¿Y cómo piensa Dios? Lee su Palabra y lo descubrirás. Pero te doy algunos ejemplos: Dios piensa en que todo es posible, Dios piensa en sanidad, Dios piensa en gozo, Dios piensa sin miedos, Dios piensa en abundancia, Dios piensa en riquezas, Dios piensa ideas originales y creativas, Dios piensa en fe, Dios piensa en avance, crecimiento, multiplicación.

¡Anímate a pensar como Él!

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Filipenses 4: 13: “Todo lo puedo en Cristo que me fortalece”.

Sin duda un versículo bíblico muy conocido por toda la comunidad cristiana, en más de algún momento lo has mencionado al enfrentarte a algo difícil. Algunos hasta lo toman como consigna, pero ¿Alguna vez te has puesto a pensar en la verdad que encierra este versículo?

En este momento reflexionemos sobre lo que significa este versículo o lo que tendría  que significar para cada uno de nosotros.

La primer palabra que menciona este versículo es “Todo”, y esta palabra no tiene otra traducción que: TODO, sea griego, arameo u otro lenguaje, TODO siempre significará TODO. Ahora bien si la Biblia dice: “Todo lo puedo”, eso quiere decir que cualquier cosa que se nos ponga en frente lo podremos soportar. Pero esta frase: “Todo lo puedo” tiene una condición, es decir, tiene su raíz en la siguiente frase que es: “en Cristo” y es ahí donde debemos detenernos.

Para la mayoría de nosotros decir: “Todo lo puedo en Cristo que me fortalece” es tan fácil como decir: “buenos días” o un “Dios te bendiga”, pero mas allá de ser una frase Bíblica mundialmente conocida, tiene que ser vivida. Cuando el apóstol Pablo decía “en Cristo” se refería a estar en el Señor, en una constante comunión, manteniendo una relación personal real con el Señor.

Esta frase bíblica es más que una bonita consigna, tiene que ser una realidad en nuestra vida, tu lo vas a poder todo pero: “EN CRISTO”, pero ¿Cómo es posible que andes mencionando esa palabra, si ni siquiera dedicas 5 minutos de oración y comunión con el Señor?, ¿Acaso será real entonces esa frase en tu vida?

“En Cristo”, significa andar en El, estar pegado a El, conocerlo de cerca, ser amigo de El. Yo no puedo decir que pertenezco a algo o a alguien si no tengo un documento firmado. Acá no es de tener un documento firmado, es de tener una relación personal afirmada con el Señor, puesto que cuando yo me mantengo en El, camino con El, soy amigo de El, entonces ahí SI, TODO LO PODRE, porque EL ESTA CONMIGO Y YO CON EL. Pero ¿Cómo yo puedo confesar esa palabra con una verdadera convicción si estoy totalmente apartado de El?

Hermanos y Hermanas, reflexionemos  lo importante que significa estar en Cristo en la vida cristiana, si tu no estas conectado a El en una verdadera relación personal, puedes repetir mil veces la frase de filipenses cuatro trece, pero lastimosamente no obtendrás el mismo resultado que puedes obtener cuando estas realmente en comunión con El, con una verdadera relación personal con El, en donde el pueda decir de ti: “Eres mi amigo y yo te ayudo y te fortalezco en cualquier circunstancia”.

Dios quiere que cada uno de nosotros entendamos el valor de estar EN CRISTO, no se trata de hacer de frases de la Biblia una consigna para nuestra vida, se trata de vivir esa palabra y hacerla viva a través de la comunión que tenemos que mantener con nuestro Padre Celestial.

Es cierto que TODO lo podrás en la vida, cuando estés firmemente en Cristo, pues El te va a fortalecer.

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